domingo, 17 de octubre de 2010

Historias alumnos: Qué pasaría si...

La mantequilla fuera más dura que el acero...
Había una vez una familia que todos  los viernes iba  a comprar al supermercado.
Un viernes compraron: tomate, lechuga, pepino, chocolate.....y al final cuando fueron a pagar, se dieron cuenta de que les faltaba algo pero.... ¡No sabían el que!
Al llegar a casa, revisaron de nuevo la compra y se dieron cuenta de que les faltaba la mantequilla. La madre, que se llamaba Montse le dijo a su hija Laura: -Ve  a comprar la mantequilla a la tienda que está en frente de casa.  Laura se fue  a la tienda y al llegar, sólo quedaba una. ¡Qué suerte que tuvo!
Cuando llegó a su casa, Laura dejó la mantequilla dentro de la nevera para que no se estropeara. Al día siguiente Montse quería para desayunar pan con mantequilla y azúcar pero cuando quiso untar la mantequilla en un pan tostado, se dio cuenta de que ésta estaba dura como si fuera una barra de metal o peor aún como si fuera de acero…
Montse se extrañó muchísimo, así que cogió la mantequilla y se fue a la tienda donde Laura la había comprado. Al entrar, encontró mucha gente  gritando y diciendo  que la mantequilla que habían comprado estaba muy dura.
Todo el barrio quiso reclamar pero no sabían dónde. Así que, se fueron al Ayuntamiento pero...también  estaba lleno de muchísima  gente. El alcalde no podía responder a las preguntas ya que  tampoco sabía  el motivo por el cual la mantequilla estaba durísima como el acero.
Laura era la niña más lista del pueblo, así que se puso a pensar durante días,  meses, incluso un año entero, el motivo por el cual la mantequilla estaba dura.
Un día se le ocurrió una idea. Fue a todas las fábricas donde se hacían todas y cada una de las mantequillas.
En la primera fábrica, le dijeron que podía ser culpa de la persona encargada del envasado pero lo que tenían claro es que la culpa no era de los fabricantes.
En la siguiente fábrica, le dijeron a Laura que el problema podría ser de los productores de la leche pero que de ellos, no.
En otra fábrica le comentaron que podría ser problema de la empresa encargada del transporte pero que de ellos, no.
Así pasó el día y Laura estaba cada vez más nerviosa e intranquila porque no era capaz de encontrar la solución.
Trascurrieron unos días donde mientras los padres hacían manifestaciones sobre la mantequilla dura, los amigos de Laura se reunieron y decidieron que ellos tenían que encontrar la solución.
El último día cuando en el reloj del Ayuntamiento daba las cinco de la tarde, Laura encontró a un chico haciendo algo con la mantequilla.
Laura le preguntó: - ¿qué haces? A lo que el chico le respondió:  - nada, ¿por qué? dijo mientras escondía la mantequilla.
- Es que de lejos he visto que tenías un trozo de mantequilla y algo más que metías dentro.
- Lo siento pero no te importa lo que yo haga con mi mantequilla.
- Estás muy equivocado, ¿sabes? Todo el pueblo está muy preocupado con el tema de la mantequilla y creo que tú eres el responsable. Todos los papás, mamás y los niños están muy tristes con el problema de la mantequilla.
Laura continuó explicándole lo que había ocurrido con la mantequilla de acero, cuando el chico le dijo:
- De acuerdo, tienes razón. Yo soy la persona que ha ocasionado todos los problemas.
- ¿Qué has metido en la mantequilla? Preguntó Laura.
- Está bien, te lo explicaré. He metido un metal en forma de líquido para que pasado 24 horas, se convirtiera en acero. Yo sólo quería que alguien se fijara en mí, sólo quería tener un amigo pero la verdad es que se me fue de las manos y ahora no sé como solucionarlo.
- Está bien, no te preocupes que yo te ayudaré. Primero decirte que no necesitas llamar la atención de esta manera, que eres un niño muy listo y que sólo tienes que ser buena persona, contigo y con los demás. Segundo, iremos a hablar con el señor alcalde  para que podamos terminar con este problema.
Y así lo hicieron. Se fueron al Ayuntamiento, hablaron con el señor alcalde aunque al principio éste se enfadó mucho, se reunieron todos los habitantes del pueblo y el alcalde les explicó a todos que sólo había sido una travesura de un niño que estaba sólo, que simplemente era un niño como los demás pero que esta vez se había equivocado.
Y así es como este pueblo se hizo famoso por la mantequilla dura como el acero.
¡Ah! Los padres de Laura adoptaron  al chico y se convirtió en un miembro más del pueblo y nunca más volvió a hacer más travesuras, porque ahora tenía una familia y muchos amigos.
Marta Ramiro  1er B   ESO

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CAPÍTULO 1: UNA MAÑANA EXTRAÑA
¡R
RRRRRRRRIIIIINNNNNNNNNNNGGGG! –Sonó el despertador.
Era por la mañana (ya se puede adivinar por el despertador) y el sol ya se filtraba por la ventana.
Aturdido me levanté de la cama dispuesto a desayunar. En el aire, ya se captaba un olorcillo a tostadas bien calentitas.
Al sentir el olor, se me fue el sueño de repente y con una energía tremenda bajé las escaleras corriendo. Al llegar a la cocina proclamé:
-¡Buenos días familia!
Y justo en ese momento, la tostadora soltó un pitido, y al segundo, disparó una tostada al aire. Con mis excelentes reflejos la cogí en el aire y le pegué un buen mordisco.
-A esto le falta algo…-dije pensativo-¡Ya lo tengo! Mantequilla, le falta mantequilla.
Me precipité hacia la nevera y la abrí. Extendí la mano y…la encontré.
La puse encima de la mesa y corrí al cajón de los cubiertos. Lo abrí y cogí un cuchillo. Abrí el recipiente de la mantequilla y me preparé para coger la mantequilla con el cuchillo; pero sucedió algo increíble:
En vez de partirse la mantequilla fue el cuchillo el que se partió.
-¿QUÉ? – Dije sorprendido.
-¿Qué pasa, cariño?-Dijo mi madre.
-Mira mama.- Y le enseñé el cuchillo.
-Hijo mío, ¿pero cómo  ha ocurrido esto?
-No sé, yo sólo corté un poco de mantequilla y…
-Ya, ya, déjame a mí. Con un movimiento rápido, me quitó el cuchillo y lo tiró. Cogió otro e hizo el mismo procedimiento que yo.
Y entonces… ¡clac! se volvió a romper.
-Qué raro...- exclamó mi madre, fascinada.
No me podía explicar lo que estaba sucediendo.
Maravillado, subí las escaleras para echarme un rato (no os preocupéis, era sábado, no tenía que ir a la escuela) porque estaba demasiado aturdido.
Estaba confuso: ¿Cómo puede ocurrir una cosa así?
Dejé de pensar, me acosté en la cama y me dormí.

CAPÍTULO 2: CHARLANDO CON SHERLOCK HOLMES
M
e desperté con la esperanza de que todo lo que había ocurrido sólo era un mal sueño.
Bajé corriendo por las escaleras y de repente lo vi: el cuchillo roto utilizado por mi madre estaba en la mesa.
No supe como reaccionar. Estaba desconcertado.
Y de repente se me pasó por la cabeza un nombre: SHERLOCK HOLMES.
Desde niño me habían impresionado sus hazañas. Lo veía como un héroe.
Sin perder más tiempo, cogí las páginas blanquecinas (sé que vosotros tenéis las páginas amarillas, pero aquí, en  Tierra Morena tenemos las blanquecinas) y busqué por la S:
-Saturno, no, Segovia, no, Sherlock, ¡sí!-exclamé-¿Mamá, me dejas el teléfono?
-¿Para que lo quieres?- dijo indecisa mi madre.
-Para….-no podía decirle la verdad- Para llamar a un amigo. Es que no sé su teléfono.
-Bueno…- declaró mi madre.
-¡Gracias!- proclamé
Y marqué el teléfono:
- PI………PI………..PI……..
-¿Diga?- respondió alguien. Tenía una voz amable, pero se percibía que era un señor longevo.
-Si…- respondí- ¿Hablo con Sherlock? 
-No, soy Watson. Pero ahora mismo se pone. Un momento.
Al cabo de unos segundos alguien respondió:
-¿Con quién habló?
-Con…. Espere, ¿es usted Sherlock?
-En efecto, mí querido…
-Pedro, llámeme Pedro.
-Como desees. ¿Para que me necesitas?
-Si, tengo un caso para usted.
-¡BIEN!-exclamó Sherlock- Por fin. ¿Donde podemos vernos?
-¿Que tal en mi casa?- expuse- El 14 de Red Street. ¿De acuerdo?
-Vale.-dijo-Te veo a las cinco.
CAPÍTULO 3: BUSCANDO SOSPECHOSOS
¡D
ING DONG!-Sonó el timbre.
Al momento fui a abrir:
-¡Con permiso!- Gritó Sherlock.
Al momento me extrañé:
-¿Y Watson?
-En el coche, sacando las maletas.-afirmó Sherlock-Tardará un poco porque tiene que llevarlas al hotel donde nos hospedamos.
-Está bien.- comente -¿Empezamos?
-¡Cuando quieras!
A continuación nos acomodamos en dos sillones:
-Bien, ¿Qué te corroe por dentro, amigo mío?
-Pues verá: esta mañana, al despertarme, tenía unas ganas locas de tomarme una tostada con mantequilla. El caso es que, cuando cogí  la mantequilla, la abrí y cogí un cuchillo y al entrar en contacto con ella se rompió.
-Vaya, que atrayente es este caso…:
Bueno, repasemos los hechos:-comenzó-Vayamos a la nevera.
Y nos dirigimos a la nevera.
-Veamos…-comentó, mientras abría la nevera-¿Pero qué veo?
-¿Qué ves?-pregunté.
-Hay muchas huellas-esclareció-Cogeré mi lupa.
Comenzó a buscar en sus bolsillos y por fin encontró su lupa.
También cogió la mantequilla:
-Veamos… Hay muchas huellas…Pero me sorprende una…
-¿Por qué te sorprende esa huella?- cuestioné.
-Es muy rara. Tiene un color azulón con rayas rojas…Pero tiene forma de huella dactilar. Bueno, ya tenemos la primera pista. Ahora tenemos que buscar sospechosos. Chico, ¿me puedes decir la gente que ha tocado esta mantequilla?
-En efecto-respondí-Le recomiendo que se los apunte.
-De acuerdo. Empieza.
-Bien. Quienes han  tocado la mantequilla han sido:
· Eleonor  Silver, mi madre, profesora del Instituto Filgmentor.
· Frederic Ameba, mi padre, arquitecto.
· Jenny Ameba, mi hermana, estudiante universitaria.
· Yo, Pedro Ameba, estudiante colegial.
· Don Pablo, párroco de la iglesia de Tierra Morena, pero vive en la casa de al lado.
· La señora Natalina, la alcaldesa de Tierra Morena, que reside en la casa de enfrente.
· Y por último, John Melan, científico residente de la casa de atrás.
-Por favor,-dijo él-llámalos a todos para que vengan mañana.

CAPÍTULO 4: REUNIÓN EN MI CASA
Y
 tal como dijo Sherlock el día anterior, todos los que había nombrado estaban en mi casa.
Sólo faltaban dos: Sherlock Holmes y Watson.
Pero de repente llamaron a la puerta: eran ellos.
-Hola Pedro.-dijo Watson.
-¿Qué tal la noche, chicos?
-¡Perfecta!-respondieron al unísono.
-Bueno, será mejor que empecemos.-dijo Sherlock-Señoras, señores: Nos hemos reunido aquí, por el hecho…
-¿Quién se ha muerto?-dijo el profesor Melan.
-Por favor,-dijo Watson-déjenlo acabar.
-Gracias.-y prosiguió-Como les decía antes de que me interrumpiesen, estamos reunidos aquí por el hecho de que a la familia Ameba la mantequilla se les a puesto dura como el acero. No penséis que es debido a mal estado o porque se ha congelado….No. Es debido a uno de ustedes, que yo se quién es. El culpable, es…¡Usted, señor Melan!
-¡¿Yo?!-respondió, incrédulo.
Así es… ¿Sabe la causa?
-Si, la sé. Debe de ser por mi nuevo experimento. Seguramente, vine aquí con las manos impregnadas por la substancia y contaminé la mantequilla.
-Muchas gracias- dijo Sherlock-Yo no la sabía, pero confíe en que usted sabría la solución.
-Hay una cosa que no me a quedado clara-comenté-¿Cómo es que la mantequilla se ha puesto dura como el acero?
-Porque mi experimento, el VB510 convierte lo líquido, lo gaseoso y lo semisólido en sólido, y lo sólido lo vuelve líquido.
-¡wow!-Respondimos todos.
-Bueno, se acabó-dijo mi madre-¡Todo el mundo a casa!

CAPÍTULO 5: LA  DESPEDIDA

A
l día siguiente Sherlock y Watson se iban a sus respectivas casas:
-¡Adiós, viejos amigos!-grité, al ver a su coche emprendiendo camino.
-¡Adiós, Pedro!- me dijeron.
Y al momento, subí las escaleras y me puse a escribir este relato.
Raül Romero 1er ESO B

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